Ava deja Dublín y se muda a Hong Kong en busca de experiencias apasionantes. Cuando conoce a Julian, un ingenioso banquero británico, la posibilidad de una vida de lujos se abre ante sus ojos y Ava se encuentra a sí misma ignorando sus inclinaciones feministas. Su relación es práctica y funciona, hasta que Julian le dice a Ava que tiene que irse unos meses a Londres. Entonces entra en escena Edith, una abogada hongkonesa que la lleva al teatro y le deja tulipanes en el pasillo. Atraída por su magnetismo, Ava empieza a desear ser como ella, y a desearla a ella. Aunque no tiene claro que deba contarle quién es exactamente Julian, ni viceversa.